Duele, ¿verdad? Duele que necesites un abrazo pero que no lo puedes tener. Duele sentir que en cualquier momento te vas a poner a llorar delante de todos, sin que te importe una mierda lo que piensen. Sabes que hay personas que pueden darte ese abrazo que haría que te sintieras un poco mejor, pero no se lo puedes pedir. ¿Por qué? Porque destrozarías su felicidad. Ves sus sonrisas y piensas: "¿Para qué voy a arruinar otra vida?". A si que te callas, dejas tus problemas dentro e intentas sonreír, aunque sea imposible. Piensas, planeas, te deprimes, enloqueces. Una y otra vez. No puedes hablar con nadie, no puedes contárselo a nadie, no puedes desahogarte. Tienes que sufrir en silencio y sentir como el dolor y el sufrimiento te come por dentro, sin poder dejarlo salir. ¿Sería mejor hablar con alguien? Sin duda. Habría gente que te entendería, que podría hacer que te sintieras mejor, que te sacaría una sonrisa. ¿Pero a qué precio? Eso arruinaría tu felicidad, y es mejor que las cosas malas solo le pasen a uno. ¿Para qué sirve compartir el sufrimiento? Solo sirve para hacer sufrir a otras personas, a si que es mejor callarse. Sufrir en silencio. Y si llega un momento en el que ya no puedas más, en el que estás a punto de caer al vacío, entonces, y solo entonces, es cuando debes contarlo. No puedes arriesgar la felicidad de los demás por la tuya propia.
Duele, ¿verdad?
Duele, ¿verdad?